Tumba del Guerrero |
En esta ocasión, la visita museística se realizó a la Sección de Arqueológica del Museo de Málaga el pasado día 3 de mayo. Ese gran museo con el que ya cuenta nuestra ciudad, tras larga reivindicación de la ciudadanía. El fabuloso marco que lo acoge en el palacio de la antigua aduana le revaloriza aún más. Lástima que todavía no esté suficientemente articulada la visita y no se brinde, bien a cargo del propio museo o bien a nivel particular, una oferta de guías que faciliten la visita y realcen, con sus explicaciones, el valor del tesoro que se expone, sobre todo cuando de grupos se trata, como lo tiene el Carmen Thyssen o el Museo Ruso, por poner unos ejemplos. La recepción, a mi entender, fue desorientadora, por lo que esperamos se vayan resolviendo esos detalles para hacer de este doble museo uno de los más sólidos y gratificante al visitante, con el valor añadido de la gracia del personal al establecer un buen “feeling” con el visitante no solo de la ciudad, sino los turistas que recibimos en Málaga cada vez más interesados en nuestra oferta museística
Para mejor información, transcribo el texto
informativo de la propia institución, sobre la sección de arqueología:
“El recorrido
comienza en la planta segunda por la visión espectacular del conjunto
escultórico integrado por la Colección Loringiana, destacando la Dama de la
Aduana, que se ubica recibiendo al público en la entrada del Museo. La
museografía evoca el ambiente de la finca de la Concepción en el siglo XIX y se
presenta con un criterio acumulativo en torno a unas 30 grandes piezas. Con ello
se busca provocar en el visitante el conocimiento de una época, la de los
ambientes burgueses del siglo XIX malagueño. La denominada ‘colección
Loringiana’ es la colección privada de arqueología formada por los Marqueses de
Loring-Heredia a mediados del siglo XIX fue en su época una de las más
importantes de España. En su Finca de la Concepción reunieron un buen nú- mero
de hallazgos de lo más variopinto, desde cerámicas fenicias, monedas, estatuas
o inscripciones, preferentemente de época clásica. Muchas de ellas procedían de
la provincia de Málaga, destacando los objetos de Cártama, resultantes de
pioneras excavaciones realizadas en el siglo XVIII. Una gran parte de estos
objetos pasarían finalmente al Museo de Málaga. En este conjunto está el origen
de creación de uno de los primeros Museos Arqueológicos de España. En el
proceso de recuperación de la Colección Loringiana ha sido fundamental la
colaboración inestimable de la institución del Jardín Botánico de Málaga,
ubicado en la Finca de la Concepción. Allí se llevaron a cabo los procesos de
restauración visible del conjunto escultórico, convirtiendo esa actuación en un
verdadero acontecimiento para el proceso que se iniciaba en la ciudad de
Málaga. Pasada la colección Loringiana, se muestran las colecciones de
Arqueología del Museo de Málaga, organizada en siete bloques temáticos:
1. La prehistoria en las cuevas
malagueñas: En la Prehistoria de
Málaga destacan los yacimientos en cuevas. Algunos de estos son estudiados
desde hace más de un siglo, gracias a instituciones pioneras como La Sociedad
Malagueña de Ciencias. Aspectos claves de la Prehistoria, como el final de los
neandertales y su sustitución por el hombre anatómicamente moderno, pueden ser
estudiados gracias a yacimientos como Zafarraya, Bajondillo o la Cueva de
Nerja. En el primero de ellos se han conservado restos óseos de neandertales de
hace más de 40.000 años, mientras que Nerja se presenta como uno de los mejores
sitios para conocer los modos de vida de los sapiens sapiens durante la última
glaciación. Las cuevas de Málaga alojan importantes secuencias correspondientes
a las primeras comunidades productoras del Neolítico. De la cueva de Las Tres
Tinajas se conservan vasijas cerámicas de hace más de 7.000 años, en
excepcional estado de conservación.
2. Entre tumbas de gigantes: el paisaje megalítico. El Megalitismo es una manifestación funeraria
de finales del Neolítico y de la Edad del Cobre que ha producido fascinación a
lo largo de los siglos. En origen fueron interpretados como tumbas de gigantes
o templos druidas. A día de hoy, la provincia de Málaga conserva algunos de los
monumentos megalíticos más importantes de Europa, que destacan además por su
variedad: sepulcros de galería, de corredor, tumbas de falsa cúpula y algunos
excavados en la roca o hipogeos. En el museo se pueden observar algunos de los
ajuares conservados en estos enterramientos, así como objetos de la vida
cotidiana descubiertos en los asentamientos coetáneos. 10
3. Lecturas de la colonización: fenicios e indígenas. A mediados de los años 60 del siglo XX, el
Instituto Arqueológico Alemán de Madrid excavó el primer asentamiento fenicio
en la Península Ibérica: Toscanos, en Vélez-Málaga. Su investigación continuó
durante dos décadas, localizándose nuevos poblados con sus correspondientes
necrópolis. Algunas de ellas eran auténticos panteones funerarios
correspondientes a las familias más importantes de estas comunidades. Es el
caso de Trayamar, necrópolis de hipogeos que estuvieron en uso entre los siglos
VII-VI a.C. En su interior se han conservado restos de adornos personales junto
a ánforas y vajillas usadas en los rituales de enterramiento. Destaca el
medallón de oro de Trayamar, decorado con motivos de inspiración egipcia. La
arqueología de principios del siglo XXI ha aportado excepcionales hallazgos
arqueológicos en la Provincia de Málaga de esta época, que permiten remontar la
presencia de los colonos orientales a finales del siglo IX a.C. en yacimientos
como la Rebanadilla, en la desembocadura del río Guadalhorce, en la Bahía de
Málaga. En la propia ciudad se ha descubierto una monumental tumba de un
personaje ataviado con la panoplia propia de un guerrero griego del siglo VI
a.C., localizada en el casco urbano de Málaga, en la calle Jinetes. En paralelo
a la presencia fenicia, la investigación ha prestado atención en los últimos
años a las comunidades de finales de la Prehistoria que convivieron con los
fenicios. En Málaga, gracias a yacimientos como Los Castillejos de Alcorrín o
la necrópolis de la Noria (Fuente de Piedra) se pueden estudiar las
transformaciones acontecidas en las sociedades autóctonas tras los contactos
con los fenicios, y que darían lugar a las comunidades conocidas como ibéricas.
Destacan algunos objetos como un brasero de bronce hallado en esta
necrópolis.
4. De la conquista de Roma a
los primeros municipios. Tras la conquista de la
región por Roma, fenicios e íberos mantienen en general sus señas de identidad
durante un par de siglos, conviviendo con los primeros grupos itálicos. En la
Provincia de Málaga se han conservado evidencias arqueológicas de estos
procesos de continuidad y cambio. Algunas esculturas de piedra realizadas por
artesanos locales, que representan temáticas romanas, ilustran bien este caso.
La asimilación de divinidades locales con las itálicas se manifiestan en el
culto al dios Hércules-Melkart. El interés local por alcanzar la ciudadanía
romana, claramente ventajosa para las clases dominantes, tendrá su expresión en
la creación de municipios romanos a principios del siglo I. En el Museo se
conservan algunos de los hallazgos realizados en el Teatro Romano de Málaga que
ilustran este proceso. Una economía pujante, basada en la explotación de los
recursos del mar, como la salsa conocida como garum, y el aceite en las tierras
del interior, serán la base para permitir el embellecimiento de las ciudades y
sus edificios públicos y privados como las termas de Cartima, decoradas con
bellos mosaicos como el nacimiento de Venus.
5. El final de la Málaga romana: unos siglos no tan oscuros. Los últimos siglos del imperio romano en
Málaga se caracterizan por ser tiempos de transformaciones, pero no de crisis.
La producción de garum y aceite no cesó, y el puerto de Malaca funcionó como
motor económico de la región. En el museo se ha realizado una pequeña
recreación del fondo de esta infraestructura, localizada en lo que en su día
fue un amplio estuario del río Guadalmedina, en Málaga. En estos tiempos la
Iglesia fue adquiriendo un papel político cada vez mayor. Buena prueba de ello
son los ladrillos con iconografía cristiana descubiertos en el entorno de
Ronda, o la presencia de auténticas basílicas, como la de Vega del Mar, en San
Pedro de Alcántara, Marbella. Se ha propuesto que en tiempos del emperador
bizantino Justiniano, Málaga pudo ser capital del extremo oriental de sus
dominios mediterráneos.
6. Málaqa y la islamización de
Al-Andalus. Durante los primeros
siglos de al-Andalus, las tierras de Málaga asistieron a la génesis de una
importante medina, Malaqa. En esta ciudad destacaron sus importantes talleres
alfareros, algunos de cuyos productos, en excepcional estado de conservación,
se exponen en el museo. No obstante, la región destaca por otro aspecto: fue el
escenario de una importante revuelta contra el poder de los Omeyas de Córdoba,
protagonizada por Umar ibn Hafsun desde su capital, Bobastro (Ardales). Este
controvertido personaje representa bien la compleja situación política que
experimentó el Estado para organizar una sociedad conformada por bereberes,
orientales y las comunidades mozárabes. A esta época pertenece también el
empleo de la arquitectura rupestre, en la que se fabrican iglesias, eremitorios
y cementerios, y de las que Málaga conserva un importante patrimonio inmueble.
7. Madina Malaqa y su
territorio. Con los Hammudíes y los
Ziríes, entre los siglos XI y XII, medina Malaqa alcanzó un gran protagonismo
en al-Andalus, llegando a considerarse heredera del Califato. La Alcazaba de
Málaga, palacio fortificado, es el mejor exponente de esta situación. Las
excavaciones realizadas en las primeras décadas del siglo XX aportaron una
espectacular colección arqueológica entre las que destacan las maderas y las
cerámicas, junto a piezas en piedra o bronce.
El eje de la importancia de la ciudad volvió a ser su puerto. Desde él
se exportaba el resultado de su importante actividad económica. Destacó la
producción de seda y la alfarería, con singulares talleres dedicados a la
producción de la “loza dorada”, especialmente en época nazarí. La ciudad se
amplió de forma extraordinaria, y uno de sus barrios se dedicó a la producción
alfarera. Algunos materiales asociados a estos talleres, pueden contemplarse en
el museo.”
Es aconsejable esta visita para todo ciudadano que
quiera conocer nuestra historia. Saber de dónde venimos tal vez nos oriente
para comprender a dónde vamos. Finalmente, el próximo museo a visitar, si no surgen
complicaciones que lo impida, será el Museo Ruso, al que también os esperamos.
En este caso pretendemos una visita guiada y suficientemente documentada.
(Fotos y texto: Antonio Porras
Cabrera)
Algunas fotos de la visita
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