jueves, 4 de mayo de 2017

Visita Museo de Málaga. Sección de Arqueología


Tumba del Guerrero

En esta ocasión, la visita museística se realizó a la Sección de Arqueológica del Museo de Málaga el pasado día 3 de mayo. Ese gran museo con el que ya cuenta nuestra ciudad, tras larga reivindicación de la ciudadanía. El fabuloso marco que lo acoge en el palacio de la antigua aduana le revaloriza aún más. Lástima que todavía no esté suficientemente articulada la visita y no se brinde, bien a cargo del propio museo o bien a nivel particular, una oferta de guías que faciliten la visita y realcen, con sus explicaciones, el valor del tesoro que se expone, sobre todo cuando de grupos se trata, como lo tiene el Carmen Thyssen o el Museo Ruso, por poner unos ejemplos. La recepción, a mi entender, fue desorientadora, por lo que esperamos se vayan resolviendo esos detalles para hacer de este doble museo uno de los más sólidos y gratificante al visitante, con el valor añadido de la gracia del personal al establecer un buen “feeling” con el visitante no solo de la ciudad, sino los turistas que recibimos en Málaga cada vez más interesados en nuestra oferta museística

Para mejor información, transcribo el texto informativo de la propia institución, sobre la sección de arqueología:

“El recorrido comienza en la planta segunda por la visión espectacular del conjunto escultórico integrado por la Colección Loringiana, destacando la Dama de la Aduana, que se ubica recibiendo al público en la entrada del Museo. La museografía evoca el ambiente de la finca de la Concepción en el siglo XIX y se presenta con un criterio acumulativo en torno a unas 30 grandes piezas. Con ello se busca provocar en el visitante el conocimiento de una época, la de los ambientes burgueses del siglo XIX malagueño. La denominada ‘colección Loringiana’ es la colección privada de arqueología formada por los Marqueses de Loring-Heredia a mediados del siglo XIX fue en su época una de las más importantes de España. En su Finca de la Concepción reunieron un buen nú- mero de hallazgos de lo más variopinto, desde cerámicas fenicias, monedas, estatuas o inscripciones, preferentemente de época clásica. Muchas de ellas procedían de la provincia de Málaga, destacando los objetos de Cártama, resultantes de pioneras excavaciones realizadas en el siglo XVIII. Una gran parte de estos objetos pasarían finalmente al Museo de Málaga. En este conjunto está el origen de creación de uno de los primeros Museos Arqueológicos de España. En el proceso de recuperación de la Colección Loringiana ha sido fundamental la colaboración inestimable de la institución del Jardín Botánico de Málaga, ubicado en la Finca de la Concepción. Allí se llevaron a cabo los procesos de restauración visible del conjunto escultórico, convirtiendo esa actuación en un verdadero acontecimiento para el proceso que se iniciaba en la ciudad de Málaga. Pasada la colección Loringiana, se muestran las colecciones de Arqueología del Museo de Málaga, organizada en siete bloques temáticos:

1.      La prehistoria en las cuevas malagueñas: En la Prehistoria de Málaga destacan los yacimientos en cuevas. Algunos de estos son estudiados desde hace más de un siglo, gracias a instituciones pioneras como La Sociedad Malagueña de Ciencias. Aspectos claves de la Prehistoria, como el final de los neandertales y su sustitución por el hombre anatómicamente moderno, pueden ser estudiados gracias a yacimientos como Zafarraya, Bajondillo o la Cueva de Nerja. En el primero de ellos se han conservado restos óseos de neandertales de hace más de 40.000 años, mientras que Nerja se presenta como uno de los mejores sitios para conocer los modos de vida de los sapiens sapiens durante la última glaciación. Las cuevas de Málaga alojan importantes secuencias correspondientes a las primeras comunidades productoras del Neolítico. De la cueva de Las Tres Tinajas se conservan vasijas cerámicas de hace más de 7.000 años, en excepcional estado de conservación.
2.      Entre tumbas de gigantes: el paisaje megalítico. El Megalitismo es una manifestación funeraria de finales del Neolítico y de la Edad del Cobre que ha producido fascinación a lo largo de los siglos. En origen fueron interpretados como tumbas de gigantes o templos druidas. A día de hoy, la provincia de Málaga conserva algunos de los monumentos megalíticos más importantes de Europa, que destacan además por su variedad: sepulcros de galería, de corredor, tumbas de falsa cúpula y algunos excavados en la roca o hipogeos. En el museo se pueden observar algunos de los ajuares conservados en estos enterramientos, así como objetos de la vida cotidiana descubiertos en los asentamientos coetáneos. 10
3.      Lecturas de la colonización: fenicios e indígenas. A mediados de los años 60 del siglo XX, el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid excavó el primer asentamiento fenicio en la Península Ibérica: Toscanos, en Vélez-Málaga. Su investigación continuó durante dos décadas, localizándose nuevos poblados con sus correspondientes necrópolis. Algunas de ellas eran auténticos panteones funerarios correspondientes a las familias más importantes de estas comunidades. Es el caso de Trayamar, necrópolis de hipogeos que estuvieron en uso entre los siglos VII-VI a.C. En su interior se han conservado restos de adornos personales junto a ánforas y vajillas usadas en los rituales de enterramiento. Destaca el medallón de oro de Trayamar, decorado con motivos de inspiración egipcia. La arqueología de principios del siglo XXI ha aportado excepcionales hallazgos arqueológicos en la Provincia de Málaga de esta época, que permiten remontar la presencia de los colonos orientales a finales del siglo IX a.C. en yacimientos como la Rebanadilla, en la desembocadura del río Guadalhorce, en la Bahía de Málaga. En la propia ciudad se ha descubierto una monumental tumba de un personaje ataviado con la panoplia propia de un guerrero griego del siglo VI a.C., localizada en el casco urbano de Málaga, en la calle Jinetes. En paralelo a la presencia fenicia, la investigación ha prestado atención en los últimos años a las comunidades de finales de la Prehistoria que convivieron con los fenicios. En Málaga, gracias a yacimientos como Los Castillejos de Alcorrín o la necrópolis de la Noria (Fuente de Piedra) se pueden estudiar las transformaciones acontecidas en las sociedades autóctonas tras los contactos con los fenicios, y que darían lugar a las comunidades conocidas como ibéricas. Destacan algunos objetos como un brasero de bronce hallado en esta necrópolis. 
4.      De la conquista de Roma a los primeros municipios. Tras la conquista de la región por Roma, fenicios e íberos mantienen en general sus señas de identidad durante un par de siglos, conviviendo con los primeros grupos itálicos. En la Provincia de Málaga se han conservado evidencias arqueológicas de estos procesos de continuidad y cambio. Algunas esculturas de piedra realizadas por artesanos locales, que representan temáticas romanas, ilustran bien este caso. La asimilación de divinidades locales con las itálicas se manifiestan en el culto al dios Hércules-Melkart. El interés local por alcanzar la ciudadanía romana, claramente ventajosa para las clases dominantes, tendrá su expresión en la creación de municipios romanos a principios del siglo I. En el Museo se conservan algunos de los hallazgos realizados en el Teatro Romano de Málaga que ilustran este proceso. Una economía pujante, basada en la explotación de los recursos del mar, como la salsa conocida como garum, y el aceite en las tierras del interior, serán la base para permitir el embellecimiento de las ciudades y sus edificios públicos y privados como las termas de Cartima, decoradas con bellos mosaicos como el nacimiento de Venus.
5.      El final de la Málaga romana: unos siglos no tan oscuros. Los últimos siglos del imperio romano en Málaga se caracterizan por ser tiempos de transformaciones, pero no de crisis. La producción de garum y aceite no cesó, y el puerto de Malaca funcionó como motor económico de la región. En el museo se ha realizado una pequeña recreación del fondo de esta infraestructura, localizada en lo que en su día fue un amplio estuario del río Guadalmedina, en Málaga. En estos tiempos la Iglesia fue adquiriendo un papel político cada vez mayor. Buena prueba de ello son los ladrillos con iconografía cristiana descubiertos en el entorno de Ronda, o la presencia de auténticas basílicas, como la de Vega del Mar, en San Pedro de Alcántara, Marbella. Se ha propuesto que en tiempos del emperador bizantino Justiniano, Málaga pudo ser capital del extremo oriental de sus dominios mediterráneos.
6.      Málaqa y la islamización de Al-Andalus. Durante los primeros siglos de al-Andalus, las tierras de Málaga asistieron a la génesis de una importante medina, Malaqa. En esta ciudad destacaron sus importantes talleres alfareros, algunos de cuyos productos, en excepcional estado de conservación, se exponen en el museo. No obstante, la región destaca por otro aspecto: fue el escenario de una importante revuelta contra el poder de los Omeyas de Córdoba, protagonizada por Umar ibn Hafsun desde su capital, Bobastro (Ardales). Este controvertido personaje representa bien la compleja situación política que experimentó el Estado para organizar una sociedad conformada por bereberes, orientales y las comunidades mozárabes. A esta época pertenece también el empleo de la arquitectura rupestre, en la que se fabrican iglesias, eremitorios y cementerios, y de las que Málaga conserva un importante patrimonio inmueble.
7.      Madina Malaqa y su territorio. Con los Hammudíes y los Ziríes, entre los siglos XI y XII, medina Malaqa alcanzó un gran protagonismo en al-Andalus, llegando a considerarse heredera del Califato. La Alcazaba de Málaga, palacio fortificado, es el mejor exponente de esta situación. Las excavaciones realizadas en las primeras décadas del siglo XX aportaron una espectacular colección arqueológica entre las que destacan las maderas y las cerámicas, junto a piezas en piedra o bronce.
El eje de la importancia de la ciudad volvió a ser su puerto. Desde él se exportaba el resultado de su importante actividad económica. Destacó la producción de seda y la alfarería, con singulares talleres dedicados a la producción de la “loza dorada”, especialmente en época nazarí. La ciudad se amplió de forma extraordinaria, y uno de sus barrios se dedicó a la producción alfarera. Algunos materiales asociados a estos talleres, pueden contemplarse en el museo.”

Es aconsejable esta visita para todo ciudadano que quiera conocer nuestra historia. Saber de dónde venimos tal vez nos oriente para comprender a dónde vamos. Finalmente, el próximo museo a visitar, si no surgen complicaciones que lo impida, será el Museo Ruso, al que también os esperamos. En este caso pretendemos una visita guiada y suficientemente documentada.

(Fotos y texto: Antonio Porras Cabrera)

Algunas fotos de la visita


























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