Hace un año visité por primera vez el museo de los
Belenes de Mollina, quedando maravillado por la cantidad de obras de arte que
se exponen. En este caso, ayer día 11 de enero, de la mano de ASPROJUMA, hemos
visitado el lugar un grupo de asociados y amigos de la asociación, contando con
la explicación experta de Ana Caballero, miembro fundador de la propia
fundación Díaz Caballero, que nos fue presentando las obras expuestas y
desgranando aspectos y detalles desconocidos para el visitante sobre su
procedencia, construcción y simbología.
Sin ser una exposición de exclusivo dominio
religioso, se presentan, bajo el nombre de exposición de belenes, una gran
variedad de belenes y motivos arquitectónicos afines. En ella puede verse, en
la misma entrada, una soberbia reproducción del Arco de Constantino adornado
por una cuadriga, tirada por caballos blancos, y diferentes figuras que
componen una escenografía típica de aquel tiempo. En otra sala, dedicada a
motivos bíblicos, se pueden ver desde una representación en figuras del Antiguo
Testamento con Adán y Eva, el Arca de Noé, la Torre de Babel, Abrahán
ofreciendo en sacrificio a Isaac, David batiéndose con Goliat, etc. hasta la
crucifixión y posterior resurrección de Cristo.
Dentro de la amplia oferta de belenes (más de 60 y
alrededor de 1000 figuras de reconocidos autores nacionales e internacionales),
podemos encontrar de todas las procedencias, remarcándose los de origen español
(sobre todo catalanes y andaluces), alguno italiano y de otras nacionalidades.
Pero también nos ofrece una reconstrucción de la monumentalidad andaluza,
partiendo de Huelva y terminando en Almería, en una sala específica para ello.
Me llamó la atención la imagen de expresión
minimalista, donde se representa una virgen solitaria en una fría sala de la
casa Batlló. Es singular, así mismo, uno con la catedral de Burgos como marco
de referencia, realizado con una exactitud y detalles admirables.
Pero, en todo caso, impresiona la cantidad de
escenarios, de creatividad, que se exponen para representar los motivos
navideños. Pueblos de la montaña, del mar, cuevas en los bosques, escenarios
reales o imaginarios que, en tanta diversidad, sorprenden gratamente al
visitante. No es explicable, con palabras, el montaje tan complejo, la
diversidad de trabajos expuestos, la belleza que presentan o las emociones que
despiertan su observación. Por tanto, prefiero dejar un conjunto de fotos para
que esas imágenes, multiplicados por mil palabras, os lleven el mensaje que
pretendo expresar. En cuanto a las fotos, nuestro presidente, Ricardo Hernández
Diosdado, ha colgado en su muro de facebook algunos cientos de ellas, por lo
que podéis acudir a ese lugar para tener una visión más amplia a través de esas
imágenes. (cliquear
aquí)
Otra gran ventaja es la posibilidad de comer en el
mismo restaurante del museo por un módico precio. En nuestro caso, tras ver las
instalaciones museísticas adornadas por las fundamentadas y precisas
aportaciones de nuestra guía, y comer in situ, nos desplazamos a la laguna de
Fuente de Piedra, donde pasamos por el centro de visitantes y, tras recorrerlo
y visualizar una proyección sobre el humedal de la laguna, dimos un paseo por
los alrededores para contemplar el entorno en un día no muy frío, a pesar de
las previsiones, donde la luz del sol jugaba con las aguas plateadas y las
nubes, dándole un brillo especial a la superficie de la propia laguna.
No está bien que sea yo, como organizador, el que
alabe y realce el viaje, pero, según la mayoría de los comentarios que me
llegaron de los participantes, fue un excelente acierto el realizarlo.
Texto y fotos: Antonio Porras Cabrera
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