Cristina Blasco Vizcaino |
Varios me habéis preguntado
por las causas de su muerte, en cierta forma repentina. Hace mucho tiempo tuvo
un cáncer de mama y había sido operada por ello. Le estaban haciendo unas
pruebas hace unos días, cuando detectaron una metástasis invasiva y terminal.
No vivió ni una semana más. Ha sido casi una muerte repentina, como lo fue la
de Enrique Lavín, nuestro secretario anterior, no hace ni un año. Y las
circunstancias del fallecimiento de este fueron muy semejantes. Parece que hay
casos difíciles de detectar.
La noche pasada, estando en el
tanatorio, alguien preguntó si se iba a suspender el acto de hoy. Respondí que
no; primero porque ella no hubiera querido, pues era una apasionada de la
poesía y asidua asistente a este acto, como también al musical, a las excursiones
y a algún otro. Y en segundo lugar porque, de esta forma, podía efectuar una
referencia en caliente a su figura humana y hacerla objeto del homenaje al que
se había hecho acreedora por sus muchos méritos; los que voy a detallar en lo
que sigue.
¿Quién era Cristina Blasco
Vizcaíno?
Me permitiréis que comience
con algo personal. Cristina Blasco fue primero mi alumna y después compartimos
muchos años de docencia en la Facultad de Económicas y una buena amistad, a
pesar de estar en diferentes departamentos, pues nos veíamos con asiduidad y
compartíamos tiempos y charlas sobre múltiples temas. Sé que nuestra amistad
era sólida, porque, pasado el tiempo, y cuando fui elegido presidente de
Asprojuma, le sugerí adherirse a esta asociación y no lo dudó ni un segundo. Y
hace apenas dos meses, cuando se celebraron nuevas elecciones, la invité a
ocupar una vocalía y tampoco me puso pegas ni condiciones.
Al poco de resultar elegidos
tuvo la feliz idea, que ya estaba gestando, de crear el grupo de was ups de Asprojuma
en el que poder compartir, los adheridos, las novedades más inmediatas de
Asprojuma y los comentarios sobre los actos, independientemente de las
notificaciones de correo. Ese grupo, fue el que ayer, nada más saber de su
muerte, se inundó de mensajes de condolencia, pésame y resalte de sus muchas
cualidades como persona y amiga. Un grupo de la que ella era la administradora
principal, junto a Antonio Porras y yo mismo. Y que ahora seguiremos
administrando ambos para ir incorporando a los que lo deseen. Un grupo que se
denomina was up de Asprojuma, y que, en su honor, a partir de ahora, se
denominará grupo de was up de Asprojuma Cristina Blasco, para que, cuando
introduzcamos en él algún mensaje, podamos recordarla con cariño.
Me han hecho otra pregunta
hace un rato: ¿quién va a ocupar la vocalía que ha quedado vacante? Mi
respuesta es que va quedar sin ser ocupada hasta nuevas elecciones, como otro
homenaje a Cristina. Estatutariamente puedo hacerlo.
Cristina Blasco era, además,
una figura humana singular, de un cultura firme y extensa, gran y excelente
pintora, cuya obra está expuesta permanentemente en un piso de la Alameda, y
que cultivaba otras muchas aficiones culturales, como esta de la poesía. Y es
que Asprojuma es, sobre todo, una asociación cultural. Independientemente de
que los que la formamos seamos asociados, miembros cooperantes o simpatizantes,
nos une, aparte de una amistad, en muchos casos sólida e intensa, una
dedicación compartida a los asuntos culturales más diversos. Unos por dedicación
docente en nuestra vida laboral en la universidad, otros también por docencia
en diversas instituciones, algunos por sus profesiones, todos los que formamos
esta familia estamos guiados por afanes culturales en mayor o menor medida.
Cuando estaba estudiando el bachillerato me topé con la que, estimo, es la
mejor definición de cultura, y que nunca he olvidado: Cultura es el conjunto de
conocimientos que vamos adquiriendo y que, una vez sedimentados, nos permiten
enfrentarnos con la vida y con la muerte. Con esa muerte que tal vez la cultura
nos permite no temer demasiado, en especial a los que ya tenemos una edad
avanzada, y en esta asociación somos los más: no hay adolescentes aquí, ni
siquiera entre los simpatizantes.
Esa muerte que nos acecha en
cualquier oscuro recodo de nuestro caminar vital y que forma parte de la propia
vida, que es una parte definitiva de ella, su culmen. Todos esperamos dar
vuelta a esa esquina cuanto más tarde mejor, pero no creo que haya muchos a los
que les asuste en demasía ese giro, ya que la mayoría hemos cubierto nuestro
ciclo vital sin haber hecho daño excesivo al prójimo y dando a la sociedad
cuanto de nosotros se podía esperar, que es suficiente para estar satisfecho de
lo vivido.
Y esa era la actitud de
Cristina, estoy seguro, pues, aunque no fuera un tema del que habláramos en
nuestras charlas, que yo recuerde, sí me consta que ella había recorrido su
senda con rigor humano y con dedicación plena a su trabajo y a sus aficiones
culturales. Desde hacía un tiempo también a las actividades de esta asociación,
que tiene solamente actos culturales, pues hasta los más lúdicos, como las
comidas y cenas, están impregnados de la faceta cultural gastronómica, y las
excursiones unen a los aspectos artísticos e históricos de las ciudades,
también la gastronomía autóctona. Cristina participaba con nosotros estando
integrada en nuestro mundo, y era, sobre todo y ante todo, una persona cabal y
preocupada por los asuntos de esta asociación.
Durante el periodo de mi
presidencia, con ella son seis los fallecidos entre los componentes. Parecerá
una paradoja, pero nunca he pedido un minuto de silencio como homenaje y
respeto en ninguno de estos casos. Y no lo voy a hacer ahora tampoco, tal vez
porque el morir es algo, como ya dije, natural.
Es el colofón de nuestras
vidas. Solo una vez salí de la norma y fue como consecuencia de un acto
antinatural, que tenía a todo el país consternado. Me refiero al asesinato
alevoso de un niño, del niño Gabriel en Almería, por la amante de su padre.
No pediré un minuto de
silencio en homenaje a Cristina, pero sí os voy a solicitar algo diferente: que
os acordéis de ella de vez en cuando, por ejemplo al utilizar el was up
colectivo, o en otras muchas ocasiones, y a los que sean creyentes y/o
religiosos, que recen una oración por su alma. Y a todos los presentes, que,
como premio a su vida de dedicación a los demás en la docencia, y tras ella, le
ofrezcamos junto al deseo de que descanse en paz, un fuerte, apretado y
cariñoso aplauso.
Muchas gracias por vuestra
atención. Descanse en paz Cristina Blasco Vizcaíno.
Texto: Ricardo Hernández
Diosdado
Málaga, 9 de abril de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario