Tras el periodo vacacional, no
exento de algunos malos ratos, como el fallecimiento de nuestro querido amigo y
compañero Carlos Guillermo Navarro, del que se ha publicado en este mismo blog
un texto en su memoria, iniciamos de nuevo, en este octubre, nuestra actividad
como asociación dentro de los programas culturales que venimos desarrollando.
Esperamos que los meses de verano y esta especie de “veroño” que nos ha proyectado
el verano hasta el otoño, os haya sido grato junto a la familia y amistades.
A continuación pasamos a reseñar las
actividades que hemos realizado durante el mes de octubre para el conocimiento
de los seguidores de este blog de ASPROJUMA.
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OCTUBRE 2023
Día 10 a las 19 horas. Libro fórum.
Libro presentado: El Evangelio
según Jesucristo.
Autor: José Saramago
Expone la obra: José Olivero
Palomeque
Coordina la actividad: José Antonio
Gallegos Rosillo
Asistentes: 35
Informe del coordinador:
Con una audiencia de treinta y
cinco asistentes, se dio comienzo el 10 de octubre de 2023, a las 19'00 horas,
al acto del Libroforum, tal como estaba programado. Al ser la primera actividad
del período posveraniego, tomó la palabra, en primer lugar, el Presidente de
Asprojuma, D. Antonio Porras, para dar la bienvenida a los asistentes y demás
miembros de la Asociación así como exponer el programa previsto para este
último trimestre del año. A continuación, el coordinador del acto presentó al
ponente, D. José Olivero Palomeque, quien luego tomó la palabra durante unos
cuarenta y cinco minutos, para hablar de la obra de José Saramago, El Evangelio
según Jesucristo. De hecho, la presentación de esa obra se hizo mediante la
lectura de un texto anterior del propio José Olivero titulado “Una lectura
sorprendente sobre el Evangelio de Jesucristo, de José Saramago” y publicado en
su libro La vida hace historia, de 2022. Tras dicha presentación, se dio paso
al diálogo entre los asistentes al acto. Se insistió sobre todo en la figura
que nos ofrece Saramago de Jesús como un ser humano normal, y ello le lleva a
crear un personaje muy diferente del que aparece en los evangelios canónicos.
También se resaltó la buena documentación de Saramago y su inspiración evidente
en los evangelios apócrifos.
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Texto de presentación del libro
elaborado por José Olivero Palomeque:
UNA LECTURA SORPRENDENTE SOBRE EL EVANGELIO DE JESUCRISTO, DE JOSÉ
SARAMAGO
Mi amigo Sebastián Gámez, en un gesto de sincera amistad, me entrega como
regalo una novela que me sorprende por el título: “El Evangelio según
Jesucristo”, escrito por José Saramago.
La lectura de este texto literario me sorprende y me descoloca, por la
manera que este autor aborda una historia que ya conocía por mi lectura de los
cuatro Evangelios oficiales que recoge la Biblia. Obviamente, el tratamiento de
la historia es otro.
Ya desde el comienzo de la narración, Saramago demuestra su gran
capacidad descriptiva, desmenuzando detalle a detalle los personajes y los
motivos que aparecen en un grabado de Alberto Durero titulado “Crucifixión”, en
la primera página. Lo verdaderamente llamativo es que Saramago logra dar vida a
unos trazos dibujados representando este grabado; vida y movimientos que
teatralizan y justifican cada uno de los detalles de la escena. Contempla una
síntesis magistralmente elaborada sobre personajes y hechos de esta historia.
En esta narración, el autor maneja con destreza y con un gran sentido de
historicidad la vida humana de un hombre llamado Jesús de Nazaret, desde su
concepción en el vientre de su madre, María, hasta su muerte, así como los
lugares por donde transcurre su vida.
Hay que tener en cuenta que al tratarse de una novela, el desarrollo de
esta historia dista mucho de los criterios teológicos que transmiten los
Evangelios y, por lo tanto, su lectura debe ser otra. Lo que no cabe duda es
que el autor no ha restado esfuerzo narrativo para hacernos entrar en la vida
de este hombre llamado Jesús el nazareno, llenando de gran sensibilidad la
manera de humanizar su historia.
Es llamativo uno de los personajes que introduce, desde el principio de
la novela, con aspecto de mendigo, pero con un trasfondo de ángel misterioso,
frente a la bondad generosa de una muchacha llamada María; más adelante se irá
intuyendo como la encarnación del ángel caído, el Diablo que, de manera
constante, intentará conducir la vida de Jesús de diferentes maneras.
En estos comienzos de la historia, Saramago describe, con gran habilidad
lírica, un acto de amor carnal para transmitir un amor creador de vida y así
llegar hasta la concepción. Y cómo, no obstante, a partir de ese momento
aparecen las dudas de José, el esposo de María, por la presencia de ese
misterioso personaje caracterizado de mendigo. Aquí juega Saramago con las
debilidades humanas, mezclando lo natural y humano de una relación matrimonial
con la desconfianza, creándose una incertidumbre que permanecerá en el tiempo.
María, que es descrita como una mujer de su tiempo en esas tierras de
Galilea, sometida a la autoridad de su marido y sujeta a las costumbres de su
cultura judía, aparece también como una mujer de carácter al mismo tiempo que
presenta unos rasgos de fuerte ingenuidad observadora.
El episodio del viaje a Belén,
cuando María se encuentra en un estado bastante avanzado de su embarazo, por el
asunto del censo obligado por las autoridades romanas, Saramago presenta el
tremendo movimiento humano que este hecho produce en la población judía. Y cómo
José y María inician esta aventura siguiendo los criterios asumidos de su
cultura. En el desplazamiento, primero los grupos formados exclusivamente por
hombres y detrás los grupos de mujeres, niños y ancianos. Lo mismo cuando paran
a comer, primero los hombres, después lo que queda para las mujeres y niños.
Destaca, de esta manera, ese signo diferenciador entre los más anulados y
vulnerables de la sociedad judía frente a la jerarquía masculina.
En el largo peregrinar de esta historia hasta Belén, el autor de esta
novela va describiendo con muchos detalles y comentarios los lugares donde van
a descansar, los caravasares del camino, especie de posadas llenas de animales
junto a gente muy diversa y ruidosa donde este joven matrimonio se integra de
la mejor manera posible, teniendo en cuenta el avanzado estado de gestación de
María. De igual manera, queda muy bien reflejada la aridez de estos caminos
secos y deprimidos que cruzan los pueblos y aldeas rurales. Paisajes que
también quieren transmitir las condiciones de pobreza y miseria a las que son
sometidas las familias que residen en estos lugares de Palestina, bajo el
dominio romano, la monarquía hebrea y el Sanedrín judío.
Y en esta experiencia a la que son obligados a abandonar temporalmente su
ciudad de Nazaret, durante el trayecto y ya instalados en una cueva cercana a
Belén, el extraño personaje que tantos dolores de cabeza le produce a José y
tanta incertidumbre a María, continua haciendo su presencia de confusas
maneras. Saramago va a seguir introduciendo a este misterioso personaje
haciendo referencia a muchos pasajes mezclados de los Evangelios sinópticos y
de Juan; por supuesto, en la propia vida de Jesús, el autor lo hace casi
inseparable de diversas formas, ¿Qué pretende Saramago con este juego
teatralizado, dando tanto protagonismo a este mendigo, ángel, pastor, diablo?
Ciertamente, va a condicionar de manera destacada la concepción, el nacimiento
y el devenir de Jesús de Nazaret hasta su muerte, desde la humanidad de esta
familia galilea, creando una atmósfera de presencia “divina” en toda esta
historia narrada.
Aprovechando el culto de presentación del recién nacido Jesús en el
Templo, así como la purificación de la madre, María, siguiendo el rito judío,
con la ofrenda y sacrificio de dos tórtolas, ya que se trataba de una familia
pobre, Saramago incorpora en esta novela una fantástica y detallada descripción
de esta monumental construcción de piedra; Templo que fue ampliado y
reconstruido por el rey Herodes a finales del siglo I a.C. y destruido por las
legiones romanas bajo el mando del general Tito, en la primera guerra judía en
el año 70 d.C.
Saramago recorre, como si de un paseo de reconocimiento del Templo se
tratara, cada espacio, desde su llegada al “Atrio de los Gentiles, que rodeaba,
entre el gran cuadrilátero de las arcadas, el recinto del Templo propiamente
dicho, donde ya había una multitud de gente, cambistas, pajareros, tratantes
que vendían borregos y cabritos, peregrinos...” Además de incorporar los
detalles de las estructuras de piedra del edificio, el autor va integrando el
ambiente multitudinario y bullicioso de la gente que accede al mismo. José,
María y el niño Jesús entran por “la Puerta de la Leña, una de las trece por
donde se llega al Templo y que, como todas las otras, tiene en proclama una lápida
esculpida en griego y en latín, que así reza: A ningún gentil le está permitido
cruzar este umbral y la barrera que rodea al Templo, aquel que se atreva lo
pagará con su vida”.
La organización del Templo es muy escrupulosa con cada espacio y sus funciones
y a quienes les está permitido o no entrar. Cuando el matrimonio sube “los
catorce peldaños por los que se accede, al fin, a la plataforma sobre la que
está alzado el Templo”, se encuentran con el Patio de las Mujeres, el almacén
para el aceite y los vinos que se utilizan en la liturgia judía, la sala de los
Nazireos, sacerdotes que no pertenecen a la tribu de Leví. Y así continua
detallando cada nuevo espacio y sus funciones, hasta llegar al lugar del
sacrifico de las ofrendas. Aquí se mezclan los olores de los animales
sacrificados, los gritos de los matarifes, los gemidos de las víctimas, los
murmullos de la gente. Todo está perfectamente escenificado con un lenguaje
descriptivo y vivo que traslada al lector a ese momento de la historia. Es un
ambiente que permite hacer pensar lo distante que debe estar ese Dios al que
dan culto con esa carnicería que no cesa día tras día. Detrás de este
sanguinolento espectáculo, “José tiene que quedarse del lado de fuera de la
balaustrada que separa el Patio de los Israelitas del Patio de los Sacerdotes…
donde está el Gran Altar, cuatro veces más alto que un hombre y, allá al fondo,
el Templo, que al fin hablamos del auténtico…” Con palabras, Saramago dibuja
cada detalle artístico que adorna los capiteles, las columnas, los muros que
dan forma al Templo de los Templos, el Lugar Santo, llamado Hereal y, al fin,
entrar en el Debir, que es la última cámara de piedra vacía.
En medio de este contexto arquitectónico y en el escenario de los
matarifes, fueron sacrificadas las dos tórtolas, dando así cumplimiento al rito
judío. María quedó purificada y el niño Jesús presentado en el Tempo.
Si de víctimas animales en el lugar sagrado de Jerusalén hemos hablado,
ahora siguen las víctimas de niños inocentes, una matanza ordenada por Herodes
en Belén y que Jesús se libró. Precisamente, en esta narrativa que sigue vuelve
a aparecer ese siniestro personaje, ángel o demonio, que provoca en María una
desazón cargada de angustia y en José un sentimiento de culpa que perdurará
hasta su muerte. Con una gran habilidad, Saramago logra integrar en estas
escenas las razones teológicas por las que murieron los inocentes y se libró
Jesús de esa matanza, sin que, en la novela, intervenga para nada ese sentido
místico que la Religión pretende dar a esta historia. Son secuencias llenas de
misterio y debilidades humanas.
Ya de regreso a Nazaret y muerto el cruel Herodes, Saramago pinta un
cuadro familiar y humano de José y María con una larga prole de hijos: Jesús,
Tiago, Lisia, José, Judas, Simón, Lidia, Justo, Samuel, una familia demasiado
numerosa que han de sacar adelante con su trabajo de carpintero y padre él y
como madre ella. Es una de las muchas familias que habitaban en esa Galilea de
nuestra historia en condiciones parecidas. De hecho, en algunos pasajes de los
Evangelios oficiales, se señala esta condición familiar que Saramago introduce
y humaniza de manera natural en esta novela. Inexorablemente, el tiempo
transcurre y Saramago da saltos en el calendario viendo crecer a los hijos de
José y María.
Incorpora el autor una parte de la historia, terrible historia de guerra
y sufrimiento entre las guerrillas de Judas el Galileo y los romanos. Se trata
de un episodio cargado de muertes y represión de los invasores frente a los
pobres ciudadanos, sean o no guerrilleros. Lo vemos hoy en el siglo XXI con las
diferentes confrontaciones bélicas en nuestro mundo, donde las víctimas se
multiplican entre la población civil que nada tiene que ver con la guerra; son
las víctimas inocentes de violencias sin límites. Y José va ser protagonista de
una de estas experiencias en la que la vida y la muerte se debaten en la decisión
arbitraria de alguien sin escrúpulo. Como en los Evangelios oficiales la vida
de José se encuentra bastante silenciada y se desconoce el final de los días
del carpintero, Saramago crea una historia donde se funde el sentido de la
solidaridad humana en la conciencia de este hombre sin importar los riesgos de
su propia vida. También Jesús, en su etapa de adulto, vivirá situaciones
semejantes.
Nazaret no se libra de recibir noticias de guerrilleros muertos en esa
cruenta guerra entre galileos y romanos. Ananías, un vecino de José en el
pueblo de Nazaret, que decidió integrarse en esa lucha sin sentido, resultó
mortalmente herido en Séfori. El carpintero se encaminó con su burro en su
búsqueda para traerlo a su pueblo, desconociendo las irreversibles consecuencias
que pagaría por ello. Saramago crea una atmósfera de sentimientos y de
humanidad entre las víctimas en un contexto donde el hedor de la muerte ronda
por todas las casas, calles y rincones de esta ciudad invadida por los romanos.
Y la crucifixión es el testimonio más patente del horror de esas muertes,
práctica habitual de los invasores contra los guerrilleros o sospechosos.
Encontrado Ananías entre otros moribundos, sin esperanzas de vida, no solamente
le roban a José el burro sino que es apresado por los romanos; sin juicio
alguno, lo encarcelan con otros muchos hombres que serán ejecutados en la cruz.
José, por más que insistiera sobre su condición de carpintero y no de
guerrillero, no se libra de esa arbitraria decisión y lo clavan en un madero hasta
morir. Aquí termina la historia de este hombre, a sus 33 años de vida, que deja
viuda a María y huérfanos a sus nueve hijos. Una edad que presumiblemente
traslade a su hijo Jesús.
El episodio de la recogida de su cadáver es estremecedor. Ha transcurrido
demasiado tiempo desde la partida de José en busca de Ananías; por esa razón,
María, junto a su hijo Jesús que, al ser el mayor de todos ellos, le acompaña
en su búsqueda. Después de recorrer Séfori, le informan de muchas crucifixiones
en las afuera de la ciudad. Que busquen allí, donde han crucificado a cuarenta
hombres. Saramago describe magistralmente el dolor y la angustia de una mujer
desesperada que busca con esperanza encontrar a su marido José con vida. Cuando
llegan al patíbulo colectivo, localizan el cadáver de José, ya descolgado de la
cruz, mezclándose los gritos y lamentos de las mujeres ante semejante drama
humano. La escena es desgarradora y el autor utiliza unas reflexiones que
trasladan semejante muerte a la que le espera también a Jesús. Aunque sin
componentes teológicos, Saramago juega con los episodios que narran los
Evangelios para incorporar a Jesús como personaje central en esta historia.
Jesús tiene ya 13 años y dejando atrás el duelo de la terrible muerte de
José, su padre, y de regreso a Nazaret, se suceden escenas desgarradoras con
sus hermanos y su madre. Entre Jesús y María se intercambian conversaciones,
algunas de ellas con duras interrogantes sobre sueños y vida pasada que, de
alguna manera, provocaron dolor y sufrimiento en la mente y en el corazón de
sus padres. Y aquí se produce la decisión de Jesús de abandonar a su familia y
buscar respuestas a tanta incertidumbre en la que está implicada su propia
vida. Y así, trata de llegar a Jerusalén. Saramago introduce una escena entre
Jesús y un fariseo, en este caso, un hombre bueno, que puede servir de
pronóstico de otros muchos encuentros dialécticos y de enfrentamiento con otros
personajes de igual formación religiosa.
Llegado al Templo, Saramago dibuja en el escenario del mismo una de las
muchas prácticas dialécticas entre escribas, fariseos y visitantes al Templo,
en asuntos que inquietan a unos y a otros. Y aquí hace intervenir a Jesús, con
sus 13 años de edad, un adolescente muy precoz, cuestionando sobre el problema
de la culpa, precisamente aquello que inundaba de inquietud y removía la
consciencia de sus padres desde aquel asunto de Belén; precisamente, lo que
provocaba sueños tenebrosos en la mente de José, su padre e inestabilidad
emocional en María, su madre. El desenlace es la repercusión que ese
sentimiento de culpa recae ahora en el propio hijo, Jesús. Por esta razón,
decide encaminarse a Belén, tratando de encontrar alguna respuesta a sus dudas.
Aquí tuvo que enfrentarse con la tumba de 25 inocentes asesinados cuando él
nació, causa de aquel sentimiento de culpa que arrastraban sus padres.
La esclava Zelomi acompañó a Jesús hasta el interior de la cueva donde
nació, ayudado a venir al mundo por ella misma. Aquí quedó sólo en una profunda
meditación, cargada de interrogantes, cuando de nuevo Saramago incorpora en la
escena a aquel extraño personaje que tantos quebraderos de cabeza trajo a María
y a José. En esta ocasión se presenta como Pastor, pues así se definió él mismo
en un extraordinario texto que contempla una entramada dialéctica entre Jesús,
siendo un adolescente, y el personaje que, en un momento dado, reconoce que no
es cualquier persona sino un ángel, posiblemente la figura de ese diablo que
tentó a Jesús desde temprana edad. Más adelante, en un encuentro que tuvo Jesús
con su madre regresando de Jerusalén, ya le advierte que tenga mucho cuidado
con ese personaje porque encarna al mismo diablo. Saramago juega con las
palabras utilizando diálogos a dos voces, Jesús y Pastor, mediante signos de
discusión religiosa o de tentadoras propuestas que tratan de desmontar las
creencias que anidan en el corazón de aquel muchacho que no para de cuestionar
a su opositor, siguiendo los fundamentos de su fe judía. De esta manera, Jesús
va a ejercer de pastor, cuidando ovejas y cabras por las montañas de Judá o por
el valle del Jordán; un ganado que, en realidad, está figurando una humanidad
traída y llevada sin rumbo definido y manipulada por los poderes del momento.
Es curioso ver cómo el autor de esta novela utiliza las metáforas de manera tan
sutil; imágenes que dan forma a un cuerpo de retórica teológica y
comportamientos humanos.
Los años siguen pasando y Jesús pastoreando. En un momento dado, tras
perderse una de sus ovejas preferidas, se encamina a buscarla en el desierto.
Aquí sufre penalidades y tentaciones que señalan otras escenas narradas en los
Evangelios, aunque descontextualizadas en lo temporal. También es el momento en
el que mantiene un diálogo profundo y teológico con Dios que se hace presente
desde el interior de una nube y aquí se establece un pacto de sangre con el
sacrificio de la oveja perdida y hallada.
Resulta curioso el tratamiento que Saramago aplica en su narrativa para
incorporar sucesivamente pasajes de los Evangelios llevados a otros momentos de
la vida de Jesús en esta novela; tal es el caso de la pesca milagrosa. Con
habilidad literaria, este autor inserta ese suceso en un Jesús de 18 años que
regresa a su casa de Nazaret y se cruza, bordeando el lago de Genesaret, con
Simón y Andrés que se dedican a la pesca. Son secuencias que rememoran aquella
pesca milagrosa. De esta manera, Saramago, aún reconociendo que se trata de una
narración novelesca, muy lejos de los libros sagrados, se posiciona a partir de
otra narración evangélica.
Antes de llegar a Nazaret, Jesús, al pasar por la aldea de Magdala, va a
vivir una serie de experiencias humanas con una mujer. De nuevo, nuestro autor
va a dar un tratamiento de suma delicadeza y ternura en una relación carnal
entre un joven ingenuo y una mujer experimentada. Para estas secuencias,
cargadas de sensualidad, Saramago utiliza versos de los Salmos y del Cantar de
los Cantares. Son signos salomónicos que pretenden engrandecer el verdadero y
profundo sentido de un amor entre un hombre y una mujer, valiéndose para ello
de una preciosa descripción lírica en ese encuentro de dos vidas encendidas por
la pasión. El resultado final es uno de esos amores difíciles de encontrar,
aunque en este caso se trate de una prostituta, que dejó de serlo a partir de
su vivencia con Jesús. María de Magdala es la protagonista de la historia junto
a un joven Jesús de 18 años.
Le sigue un capítulo duro y enternecedor al mismo tiempo. En esta novela,
el reencuentro de Jesús con su familia, su madre y sus hermanos, está cargado
de tensiones y dudas, de cariño y de intereses, de negaciones y de rechazos. En
los Evangelios bíblicos aparece en diferentes secuencias la incredulidad y el
rechazo de su familia por las andaduras descabelladas, según ellos, de Jesús,
con su forma de vivir y todos aquellos ruidos de milagros y multitud de
seguidores. En la novela de Saramago, ese rechazo y esa negación de su madre y
sus hermanos son muy fuertes. Jesús afirma a su madre y a sus dos hermanos
mayores que Dios le ha hablado en el desierto, cuando encontró la oveja
perdida. Que, mediante el sacrificio de esa oveja se estableció una alianza
entre Dios y él, en la que el mismo Jesús tendría que dar su vida para alcanzar
poder y gloria después de su muerte. María ve en ese argumento la presencia del
Diablo. El diálogo es intenso y de nuevo Saramago, a su manera, integra, en el
mismo, palabras y mensajes escritos en los libros del Nuevo Testamento. El
autor deja entrever con claridad la soledad y la incertidumbre de un Jesús que
aún desconoce su destino en el mundo.
Pero llega el momento de reconvertir esa incredulidad y esa negación de
la familia en sentimientos de culpa por no haber creído en las palabras de
Jesús. Mediante un sueño que María, su madre, tiene una noche mientras dormía
sobre una estera en su casa, un ángel le recrimina esa actitud de rechazo hacia
su hijo, que tuvo que abandonar de nuevo a su familia para encontrar su
destino, en esta ocasión acompañado de María de Magdala que nunca lo
abandonará. El autor provoca, por decisión de María, la madre, la búsqueda de
su hijo, motivada por sus sentimientos de madre y condicionada por ese sueño en
el que aparecen de nuevo pasajes bíblicos que Saramago incorpora como
expresiones marianas de aceptación de la voluntad del Señor. Para ello envía a sus
otros hijos Tiago y José a la búsqueda de Jesús para que vuelva a su casa. Un
encuentro duro entre hermanos en el que se cruzan reproches e incomprensiones
en ese intercambio de palabras que Saramago pone en boca de los personajes
filiales, mostrando más cercanía y confianza entre Jesús y sus seguidores que
entre su madre y hermanos.
Con suma habilidad literaria, Saramago sigue la historia de Jesús
mezclando aquí y allá pasajes de los Evangelios, insertándolos en una narrativa
que introduce sistemáticamente costumbres populares llenas de humanidad en las
tierras de Galilea o de pescadores en el lago de Tiberíades. Es el caso de las
bodas de Caná o de la tempestad en medio del lago con las faenas de pesca,
donde ya aparece la actividad pública y milagrosa de este joven Jesús junto a
seguidores suyos. Las descripciones emocionales de los múltiples personajes,
los detallados elementos que Saramago utiliza para pintar escenas llenas de
vida, todo ello da vigor para introducir al lector en esas representaciones
como partícipes de la historia. Es la sensibilidad que este autor va
derrochando en cada capítulo para humanizar una historia que, de trasfondo,
posee tintes divinos.
Ahora Saramago sitúa a Jesús a la edad de 25 años cuando incorpora otros
sucesos milagrosos que recogen los Evangelios, acompañado de María de Magdala y
algunos de sus amigos que se van haciendo ya inseparables de Jesús. Es el
momento en el que el autor adjudica ese reconocimiento de Mesías o de Hijo de
Dios, capaz de dominar a los demonios que habitan en los seres humanos
enloquecidos o de saciar el hambre en las multitudes o de sanar enfermedades. Y
Jesús sigue aún con la incertidumbre de no saber si ha llegado ya ese momento
en el que Dios se hace presente de manera consciente y decidida, como si de una
misión se tratase o si del cumplimiento de aquel pacto que se estableció tiempo
atrás en el desierto. Por esa misma razón, Jesús, aprovechando la invasión de
una espesa niebla que cubría el mar de Galilea, decide adentrarse en ese mar
para averiguar si ya ha llegado su hora y encontrarse definitivamente con Dios.
Es una escena dialogada entre un Dios Padre, pintado como lo representan los
grandes maestros del arte, con su Hijo; así es como lo teatraliza Saramago,
ambos sentados en una barca en medio del lago. Jesús le espeta directamente:
“He venido a saber quién soy y qué voy a tener que hacer de aquí en adelante
para cumplir, ante ti, mi parte del contrato”.
Hasta el momento que Jesús asume la voluntad de Dios, en un diálogo duro
y difícil de aceptar, pues su destino está marcado con su muerte en una cruz,
Saramago desarrolla toda una teología religiosa frente a los deseos de Jesús de
ser un hombre, un ser humano de carne y hueso, sin verse mezclado en las
directrices que marca ese encuentro entre Jesús, Dios e incluso el propio
Diablo, como si de una teofanía se tratase; las razones que se argumentan están
condicionando la voluntad de Jesús, como hombre, frente a la imposición de un
Dios que conduce al sacrificio, como una víctima, a quien considera su Hijo.
Aquí juega Saramago con la narrativa de una futura Iglesia que va a integrar en
sus creencias la imagen de un nuevo Dios que no es el de los israelitas, aunque
se trate del mismo. Y juega también con los argumentos de una estructura humana
cargada de defectos, de actos violentos y de falsedades. Por esa razón, dice
Dios en su relato, quiere extender más allá de los límites del pueblo israelita
la creencia de ese nuevo Dios, encarnado en Jesús. Para lograrlo, se hace
necesario que Jesús, como hijo suyo, sea la víctima sacrificada por los pecados
de esa humanidad. Es la visión cristológica paulina que la Iglesia católica ha
ido desarrollando a lo largo de los siglos después de Cristo.
Acercándose ya el final de esta historia novelada, Saramago monta en un
espacio temporal de 40 días, un diálogo a tres bandas: Dios, Jesús y el Diablo;
todo ello enmarcado en el interior de una barca, ocultos en medio de una espesa
niebla que impedía ser vistos desde ningún punto cardinal. Aquí encuentra Jesús
la respuesta a sus muchas interrogantes sobre la realidad de su identidad
humana y su vinculación como Hijo de ese Dios Padre. Es un duro y largo
intercambio de palabras y sentimientos el que se produce en esta escena;
Saramago se extiende en detallar la historia que le espera a la humanidad desde
el momento que se crea la Iglesia en el nombre de Jesús y todas las sangrientas
barbaridades que en su nombre y en el de Dios se van a cometer por el mundo
entero. Y así hasta el día de hoy. De igual manera, detalla nominalmente las
vidas que serán sacrificadas, asesinadas y torturadas de viles maneras por
reconocer y defender la identidad divina de Jesús desde su fe en esa Iglesia.
Se produce un momento de gran tensión cuando Jesús pregunta a Dios, por qué
tanto dolor y tanto sufrimiento después de su propio sacrificio y muerte en la
cruz. Si su misma muerte no libera a la humanidad de tantos horrores, ¿cuál es
entonces la razón de ese sacrificio? Aparece de nuevo la idea trazada por Pablo
de Tarso en la creación de esa Iglesia marcada, no por el Jesús histórico, sino
por el Jesús divinizado. También se afirma, en ese misterioso encuentro
descrito por Saramago en la barca, la presencia del Bien y del Mal,
personificados en Dios y en el Diablo. Parece existir una contradicción sobre
las razones de tantas desgracias en la historia de la humanidad y por qué no se
evitan esos hechos tan horribles que tantas veces se le achacan al mismo Dios o
al propio Diablo. Saramago pone en boca del Diablo la propuesta de acabar con el
Mal en este mundo si Dios lo perdona y acepta su acogida en el seno de los
ángeles; la respuesta que Saramago hace brotar de los labios de Dios es
desconcertante: “Este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal que tú eres…
para que yo sea el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal; si el Diablo
no vive como Diablo, Dios no vive como Dios…” Es el eterno dilema entre el Bien
y el Mal.
Finaliza este capítulo con la aceptación de Jesús para llevar a cabo su
mesianismo como Hijo de Dios. De una manera inteligente, Saramago incorpora un
texto muy original para la formación del grupo de apóstoles seguidores de
Jesús, todo ello en la orilla del lago de Tiberiades. A partir de aquí, el
autor, sirviéndose de lo narrado en los Evangelios aceptados por la Iglesia, va
insertando historias de milagros y andaduras anunciando que el Reino de Dios ya
está aquí y ahora; le acompañan sus seguidores, los discípulos y, por supuesto,
María de Magdala que se hace inseparable. Ya Jesús ha dejado de ser aquel
pastor de ovejas y cabras, para ser Pastor de hombres y mujeres que necesitan
algo de esperanza para dar sentido a sus vidas. Y Jesús, asumiendo esa
representación de Mesías no escatima esfuerzos para cumplir con la voluntad de
Dios, llevando su palabra por todos los lugares de Palestina. Así se convierte
en un profeta itinerante y en un sanador de almas atormentadas.
Es curioso el capítulo que Saramago dedica a la estancia de Jesús en
Betania, concretamente en la casa de Lázaro y sus hermanas Marta y María, la de
Magdala que siempre le acompañó como compañera en todos los sentidos. Aquí no
sólo se produce el milagro de la curación de Lázaro, que es de una enfermedad y
no de su muerte, sino que se intensifican las enseñanzas y sanaciones de
quienes acudían a su presencia motivados por lo que ya era irreversible, su
condición de Hijo del Hombre, como Jesús se solía llamar para evitar malos
entendidos ante las autoridades religiosas. A pesar de ello, los escribas,
fariseos y sacerdotes ya dudaban y trataban de controlar a ese hombre que hacía
tantos milagros y se hacía llamar de esa manera cuando en realidad se afirmaba
como Hijo de Dios.
Llegado a este punto de la historia, Saramago quiere completar su
narración con el encuentro de Jesús con el profeta Juan para, desde ese momento,
incorporar Jesús, en su conciencia de Hijo de Dios, la misión para la que vino
a este mundo. El autor desarrolla una narrativa profunda en el mundo interior
de Jesús. Es una introspección que parece responder a una firme voluntad de
llevar a cabo esa voluntad que parece ser de Dios, convulsionando su manera de
proceder. En ese momento, toma la decisión de ir a Jerusalén, al corazón de la
ciudad, su Templo. Y es aquí, precisamente, donde se dibuja una escena de
violencia que contradice la actitud de vida pacífica de Jesús. Saramago
describe una lucha abierta entre el grupo de Jesús y la guardia del Templo y
contra los vendedores y cambista que hacen su negocio en el interior del mismo,
con la aquiescencia del clero de la época. Por mandato del Sumo Sacerdote, se
acaba la trifulca, por ahora, como si se tratara de un “alto el fuego”, hasta
que llegue el momento de atrapar a Jesús.
De regreso a Betania, se presenta el suceso de la muerte de Lázaro, esa
muerte que aparece en los textos bíblicos, pero que Saramago no incorpora en su
texto como resucitado por Jesús. Hay un diálogo bastante tenso y doloroso entre
él y las dos hermanas Marta y María, y el autor que escribe esta historia
decide poner en boca de María de Magdala la decisión de no permitir que Lázaro
muera dos veces y, por lo tanto, que no se produzca el milagro.
Finaliza esta novela con la puesta en escena de todo lo que representa la
Pasión y muerte de Jesús de Nazaret, sintetizándolo en una secuencia de
narración continuada desde el momento que Jesús abre su corazón y su mente ante
sus discípulos para explicar el misterio de su vida y el futuro que a todos
ellos le espera. Se inicia a partir de la traición de Judas Iscariote, que en
esta novela no se señalan ni monedas ni beso de Judas, pero sí su ahorcamiento
en una higuera, hasta su entrega por los soldados de Herodes al Sanedrín y
posterior juicio ante Pilato. Todo este doloroso relato transcurre muy deprisa
en esta novela y da la impresión que es Jesús quien quiere que así sea y guía
la mano del escritor. Sus seguidores se dispersan y las mujeres, entre ellas
María de Magdala, le acompañan hasta la cruz donde clavan a Jesús hasta morir.
Su condena es por afirmar que Jesús es el rey de los judíos y no otras razones.
Así reza en la cruz.
Saramago hace una reflexión final, dialogada, como si Jesús y Dios
entablaran una última conversación en la que Jesús se sintiera abandonado, y
dolido porque su destino estuviera asignado de esta manera desde el principio
de su vida. La voz de Dios resuena como un eco en medio de una tormenta,
diciendo: “Tú eres mi hijo muy amado, y en ti puse toda mi complacencia.”
FOTOS:
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Día 20. (La música clásica de
ASPROJUMA)
Asistentes: 58
Coordina la actividad: José Olivero
Palomeque
(Texto de José Olivero Palomeque)
INFORME DEL ACTO MUSICAL CELEBRADO POR ASPROJUMA EL
DÍA 20 DE OCTUBRE DE 2023 EN EL SALÓN DE ACTOS DEL RECTORADO DE LA UNIVERSIDAD
DE MÁLAGA.
Este día 20 de Octubre, a las 19,00 horas, se lleva a cabo el
acto del V Ciclo de música clásica programado por ASPROJUMA en el Salón de
Actos del Rectorado de la Universidad de Málaga, dirigido y desarrollado por
Silvia Olivero Anarte. Han asistido un total de 58 personas.
En este V Ciclo de Música Clásica en ASPROJUMA, se presenta
un nuevo grupo de jóvenes intérpretes cuyo programa se titula INVENTIO. Se
desarrolla el siguiente programa:
Dúo
de trombones: A Song for Japan, de Steven Verhelst y Ave María, de Giulo
Caccini.
Dúo
de saxos: Concertino, de Adolfo Ventas.
Solo
de saxo: Blue Caprice, de Victor Morosco.
Los instrumentistas son: Ciro Alcántara Oncina, trombón
tenor. Pablo García Pérez, trombón bajo. Pablo Romero García, saxo alto y
Nicolás Enzo Rosales Miralles, saxo alto.
Este curso se ha establecido el Convenio con el Conservatorio
Profesional de Música Manuel Carra.
Como es habitual, Silvia hace, en el transcurso de su
exposición, una perfecta descripción de las obras a interpretar por cada uno de
los instrumentistas. El programa es, igualmente, desarrollado por ella en el
contexto de un ambiente didáctico ameno y divertido.
Silvia presenta, con su personal y cercana pedagogía, a los
compositores y a los intérpretes, así como las diferentes composiciones
musicales. A ello, se une una extraordinaria interpretación de los músicos que
fue muy aplaudida por el público. En esta ocasión sí ha habido tiempo para el
coloquio habitual, en este evento, con el público asistente. Se da por cerrado
el acto a las 21,00 horas.
FOTOS:
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Día 25 a las 12 horas. Salón de
actos del Rectorado. Celebración del día del profesor jubilado.
Asistentes: 60
Como cada año se ha dedicado este
día a homenajear a los profesores jubilados de la UMA, en especial a los asociados
de ASPROJUMA. El acto organizado bajo la coordinación del presidente de la
asociación, ha contado con la presencia en la mesa presidencial del Vicerrector
D. Gaspar Garrote en representación del Sr. Rector, D. Antonio Luis Urda
Cardona presidente del Consejo Social de la UMA, D. Antonio Porras Cabrera y D.
Carlos González Spínola, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la
asociación ASPROJUMA.
Tras la inauguración del mismo por
parte del Vicerrector, el Presidente del Consejo Social dirigió unas palabras a
los asistentes. Posteriormente tomó la palabra el Presidente de ASPROJUMA,
Antonio Porras Cabrera, que, tras agradecer la presencia de los invitados y
asistentes y felicitar a los nuevos asociados de honor, resaltó la importancia
de dar mayor vitalidad a la asociación mediante el incremento de la implicación
de los asociados en las actividades culturales. Resaltó el importante bagaje
acumulado en el colectivo docente ya jubilado y en la proyección que puede
tener de cara a la sociedad malagueña mediante el desarrollo de los programas
culturales de ASPROJUMA, entre otras cuestiones y consideraciones sobre la
asociación y su proyección de cara al futuro.
Posteriormente se procedió a la
entrega de los diplomas de Asociados de honor a los integrantes de la
asociación acreditados por aplicación de los Estatutos en su artículo 9º,
resultando los siguientes:
Dª Aurora
Gámez Amián
D. Miguel
Alfonso Martínez-Echevarría y Ortega
D. Manuel
Medina Texeira
D. Antonio
Emilio Ureña López
Posteriormente tomó la palabra el
vicepresidente, Carlos G. Spínola, para presentar al ponente de la conferencia,
profesor Dr. Francis R. Villatoro, que disertó sobre: HACIA LA CONSCIENCIA
ARTIFICIAL.
El Dr. Villatoro es Profesor
Titular en el Área de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial de la
Universidad de Málaga. Informático, físico y doctor en matemáticas, investiga
en ciencias computacionales. Con más de cincuenta artículos en revistas impactadas
y cinco tesis doctorales dirigidas, desarrolla una reconocida actividad como
divulgador científico habiendo obtenido el primer Premio a la Divulgación
Científica de la Universidad de Málaga en 2023. Autor del blog "La ciencia
de la mula Francis" en la red de blogs Naukas, colabora en podcasts como
Coffee Break: Señal y Ruido, en medios radiofónicos como SER Málaga y Onda
Cero, y en otros medios.
Reseña de la conferencia del propio
ponente:
Los conversadores como ChatGPT o el
chat de Bing son la nueva moda en inteligencia artificial. Su enorme e
inesperado éxito plantea muchas cuestiones. ¿Qué grado de inteligencia tienen?
¿Qué grado de consciencia tienen? ¿Estamos más cerca de que una inteligencia
artificial alcance la inteligencia humana? Como es obvio, ignoramos las
respuestas a estas preguntas. Lo que no quita que sean cuestiones de actualidad
en el campo de la inteligencia artificial. Los grandes modelos lingüísticos
basados en transformadores generativos preentrenados serán el leitmotiv de mi
conferencia sobre el camino hacia la consciencia artificial.
Concluida esta y tras un
interesante coloquio, se cerró el acto con un cóctel para asociados e invitados.
Fotos:
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Alocución del presidente de
ASPROJUMA durante el acto:
Buenos días.
Ante todo
quiero agradecer al Vicerrector D. Gaspar Garrote su presencia en
representación del Sr. Rector y a D. Antonio Luis Urda como presidente del
Consejo Social. Dos entidades comprometidas desde el inicio con nuestra
asociación, allá por el año 2004.
Agradecemos
así mismo al Profesor Francis R. Villatoro su participación como conferenciante
dando ese toque de interés académico que dignifica el acto, además con un tema
de palpitante actualidad.
También
agradezco la presencia de nuestros invitados, tanto del mundo universitario
como cultural y social de la ciudad, así como de nuestros asociados y asociadas
y a todos los asistentes por tener a bien acompañarnos en un evento tan
significativo para ASPROJUMA como es este homenaje a nuestros profesores
jubilados, tras tantos años de entrega a su actividad docente.
Aunque he
de reconocer que este año ha tenido momentos amargos y luctuosos con el
fallecimiento de nuestro querido secretario, Antonio García Velasco, que tanto
ha hecho por la literatura y, especialmente, por la poesía como promotor y
coordinador de nuestra Aula de poesía y a lo largo de su vida profesional. Tampoco
me puedo olvidar de nuestro coordinador de la actividad de Cine fórum, Carlos
Guillermo Navarro, al que ofreceremos un
homenaje en noviembre realizando una sesión de cine fórum especial, la
que tenía prevista antes de su fallecimiento, sobre la película Senderos de
gloria. No olvidamos a nuestros otros asociados, Antonio Rozas Matabuena y Cristóbal
Ordoñez Sánchez que también nos dejaron este año.
Asimismo es
bueno reconocer la importante labor que hemos llevado a cabo con nuestras
actividades culturales, no con ánimo autocomplaciente, sino como forma de
constatar un hecho. Desde enero a junio fueron seis meses intensos con 20 actos
o eventos a los que asistieron 953 personas con un promedio nada despreciable
de casi 42 asistentes por acto.
Mas nuestro
principal problema tal vez sea la captación de nuevos asociados en cantidad
suficiente para mantener y sostener la actividad y garantizar el futuro de la
asociación, dado que al ser jubilados las expectativas de pertenencia al grupo
se limitan. Es importante reseñar que los profesores de nuestra universidad no
han de esperar a jubilarse para integrarse en ASPROJUMA, pues al cumplir los 65
años se pueden asociar, aun estando en activo según nuestros Estatutos.
No
obstante, necesitamos crecer en número y en compromiso para poder llevar a cabo
nuestros proyectos. Es una verdadera pena que tanto conocimiento acumulado a
los largo de los años de experiencia en nuestra actividad docente en la UMA,
deje de fluir y enriquecer intelectualmente a nuestra sociedad malagueña. La
actividad intelectual no se jubila nunca, salvo causa mayor, porque el ser
humano sigue creciendo en ella a lo largo de toda su vida.
Por eso pido,
queridos compañeros y compañeras, un mayor apoyo para cumplimentar nuestras
actividades, participando en ellas de forma directa o indirecta.
La Junta
Directiva no puede por sí sola asumirlo todo y necesita de vuestra implicación,
por ejemplo, en estos momentos, para cubrir la vacante en la secretaría.
Nuevos
proyectos nos llaman para un futuro inmediato, pues, dadas las ausencias
descritas, hemos de remodelar los programas y sus contenidos de la mano de
nuestro vicepresidente, el profesor Spínola, que coordinará todo el proceso.
Esperamos de vuestra disposición para participar en su diseño e implementación.
Nuestros Estatutos,
que definen nuestros objetivos y las actividades para conseguirlos, nos marcan
un camino, siempre ampliable, que podemos y debemos desarrollar, pero, insisto,
para ello debemos remar todos en la misma dirección.
Abrimos
nuevos campos, estableciendo convenios marco con otras asociaciones culturales
para unificar esfuerzos y coordinarnos en aras de mejores resultados, ya que
compartimos un mismo propósito de servicio a nuestros colectivos y a la propia
sociedad.
Próximamente
esperamos contar con la renovación y ampliación del convenio de colaboración
con nuestra Universidad, con el consiguiente beneficio para el profesorado
jubilado en accesibilidad a los servicios de la UMA y sus espacios… a la vez
que, nosotros, aportamos también actividades de colaboración en beneficio de la
UMA.
No quiero
concluir sin mostrar nuestro agradecimiento a la Universidad de Málaga, la nuestra, por su inestimable
colaboración para desarrollar nuestras actividades, esperando siempre incrementar
esta colaboración y el reconocimiento entre la misma y el profesorado jubilado,
dados los años en que hemos conformado una misma unidad docente en todo su
sentido organizacional y funcional.
También
manifiesto nuestro agradecimiento al Consejo Social por su labor histórica con
nosotros, esperando que podamos retomar futuros proyectos con su apoyo y
ayuda.
Finalmente,
y para concluir, es ya tradición, entregar en este acto a todos los profesores
que por derecho merecen el nombramiento de Asociados de honor según el Artículo
9 de los estatutos de ASPROJUMA, para lo cual llamo a la secretaria en
funciones, Dª Lourdes Martínez Reina, al atril para dar lectura y llamada a los
distinguidos con objeto de entregarles los diplomas que lo acreditan.
Muchas
gracias. Tiene la palabra la señora Secretaria.
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